sábado, 1 de mayo de 2010

Control sobre su vida


Aburrida de mirar por el balcón, viendo pasar los autos por debajo de sus pies, ingresa a la casa y lo mira a él, sentado sin decir una palabra frente a la luz que le brinda el televisor.
Ella ofuscada, pasa por delante de la imagen que a él lo paraliza, se dirige hacía el baño. Abre la ducha y sensualmente se desnuda frente al espejo, se mira, siento que merece algo mejor, no recuerda cuando fue la ultima vez que él le halago su cuerpo, sus ojos, su pelo, algo.
El agua entibia su cuerpo, frío de amor, sus manos recorren su linda figura, mientras juega con la espuma del shampoo.
Sale del baño aún sintiéndose sucia, no soporta la ausencia de un hombre, de su hombre. Frente al espejo recoge su pelo, se ve más hermosas que de costumbre.
Entra a la habitación super decidida, escoge el jean nuevo, zapatillas y remera, un saquito por la dudas que el frío la sorprenda. No tiene tanta ropa como imaginaba, no quiere cargar muchas cosas, la espera algo nuevo.
Dos bolsos, uno para cada mano y una mochila, suspira hondo, camina hacia la habitación que a él lo tiene prisionero, sus labios se abren para decir algo que no tenia planeado.
Él no la mira, ella no dice nada y se dirige hacia la puerta de salida, apoya los bolsos sobre el piso, esta decidida, abandona todo por algo nuevo, mejor o peor, pero algo nuevo, lo que ella necesita, seguir su corazón.
Lo mira por ultima vez, se despide con la mirada, al tomar los bolsos y dar media vuelta, escucha su voz.
Andrea, dice él muy seguro…
Si, responde ella, esperando que le diga algo, tal vez que no se vaya, que la quiere, algo.
El tiempo es eterno en esos segundo de silencio, ella espera con sus bolsos en la mano.
¿No viste el control remoto? Dice él sin mirarla, sin percibir la situación.
Ella se sonríe ingenuamente mientras que un dolor intenso recorre su pecho, la mueca en su cara es de asco, era lo que faltaba para confirmar su decisión.
Andrea cierra la puerta y empieza de nuevo, siente haber vivido equivocada, se va sin nada más que sus bolsos, su mochila, algunos ahorros y la esperanza de volver a llenar su vida de sueños, de revivir, de que alguien note lo que vale. A unas cuadras de su casa, siente como el desahogo es cada vez mayor.
Sus ojos miran el cielo, buscando tal vez el camino, su destino, llena de vigor abraza sus pertenencias, su vida ya no es la misma, siente que es mejor, siente que ahora si de una buena vez por todas no tiene que competir con nadie, se sonríe y piensa – cuando se de cuenta se va a querer matar-.
Mira el bolsillo y le sonríe picara al control remoto que se asoma desde el exterior de su mochila.
Ríe a carcajadas libre de toda culpa, toma el control remoto y lo arroja lo más lejos que sus fuerzas le dan, toma sus bolsos sin dejar de reír en ningún momento y se marcha.
¡Buen viaje!