sábado, 22 de mayo de 2010

Sueño despierto


Me dejé llevar. No había pensando encontrarme en ese lugar. No estaba en mí exigir nada.
Una noche me encontré ahí, apoyado sobre su pecho escuchando tus distinguidos latidos que parecieran la canción más hermosa del mundo jamás escrita.
Ni el exquisito poeta podría describir lo que sentí, al verte, al abrazarte, al permitirme pasar varios minutos ahí en ese lugar donde el resto del mundo se desintegra, donde quedamos a solas.
No existe reloj que me aparte de ese momento, no hay lugar mejor que este, no encuentro un lugar en mis recuerdos donde me encuentré en este estado.
Tengo la seguridad de estar viviendo un sueño tan real, que no quiero que termine, no quiero dejar que la creación onírica me transporte a otro lugar, este es el mío y no me quiero ir.
Tener la seguridad de no estar dormido, la tranquilidad de verte, de sentir tu voz, de sostener tus manos, de acariciar tus mejillas y besar tus labios, no se necesita dormir para poder soñar.
Te despedís con una sonrisa dejando el más delicioso de los perfumes conmigo, me dejas esperándote que pronto vuelvas, te fundís en la niebla y te alejas del alcance de mis brazos.
Recostado en la cama te busco sin éxito, abro los ojos con la sensación del vacío que dejaste, me corro hacía la izquierda, te dejo un espacio, cierro los ojos y otra vez te tengo conmigo y sé que de este sueño no te vas más.