martes, 14 de abril de 2009

No siempre se necesita luz


Miro como observas el cielo que esta mañana se tiñe de gris y tus ojos entristecen al ver como las nubes te tapan la luz que ilumina tus días.
Desde la mañana empezas a detonas dentro tuyo pequeñas bombas que impactan directamente contra tu cuerpo y principalmente contra tu cabeza.
Me decís, hasta luego nos vemos después sin saber bien que es lo que vas a hacer para cambiar tus preconceptos creados por el mismismo Satanás, que atormenta todos los días con terminar de una vez por todas con tus hermosos pero tristes ojos.
Se te hace imposible ver más allá de vos, lo creas, lo que significas, lo que representan tus palabras a la hora de hablar, enredadas pero palabras concretas sobre lo que muchas veces pensas y temes de vos.
Sembras pánico dentro del enjambre de pensamientos maliciosos.
Esta vez es mejor, estas más grande, estas bien, hoy, estas…
No des más vueltas, no sufras más, prometí siempre estar, acá estoy, en el mismo lugar de siempre, donde me encontraste.
No dudes más, la vida es un mapa en blanco que se puede dibujar según lo que uno decida, lo que uno necesite y anhele.
Las situaciones que vivimos todos los días son necesarias, no le temas, no te escondas ya no lo necesitas. Hoy es mucho mejor que ayer y tene la tranquilidad de que siempre que necesites encontrar ese abrazo, esa palabra, esa idea, ese aliento, acá voy a estar para que entre los dos podamos seguir escribiendo y dibujando sobre ese hermoso papel blanco que a veces da tanto miedo.
La luz no es necesaria para escribir, siempre que tus ojos sigan la luz de tus sueños vas a tener la tranquilidad de escribir lo que quieras ser.

viernes, 3 de abril de 2009

El miedo


El eco retumba en mi cabeza. ¿Sabes qué?
Tengo miedo…
Esa extraña sensación que invade, sofoca, ahoga.
El miedo no es del todo claro, las paredes se achican, el minutero se detiene.
Pedir auxilio seria inútil. No hay tiempo, no hay donde correr, no hay alguien que vaya a oír. Oír el grito desesperado de ayuda.
Ayuda no se bien de quien, no se para qué…
Mucho tiempo atrás la solución era el alcohol, que hacia correr por mis venas una grata sensación de valentía, en donde nadie me vencía.
El pulso acelerado desdibuja mis manos entre el humo del cigarrillo. La misma habitación, con la tediosa iluminación de siempre, esa que sentís que te hace arder la vista y te da sueño.
Los diarios viejos muestran mi foto, donde me regodeaba en más banal de los poderes, amigos por interés en cada una de las esquinas de acercaban a saludar, a darme aliento, motivando el peor de todos los deseos.
Miro las fotos y realizo un storyboard de cine, en el que encuentro los hechos más importantes de mi vida resumido en solo doce fotos. Todas relacionadas.
Que raro solo doce, como el día en el que nací. Todo resumido en un número que aterra.
Una autobiografía no del todo feliz y todavía sin un final fijado.
No puedo correr más lejos de mí. Estoy cansado y hoy volví a sentirme mal.
Mal, enojado, con bronca, con miedo, buscando excusas para dibujar una sonrisa.
Negra alma que se empecina en vencer mis ya machacadas rodillas y callosos pies.
Alguien por favor desde allá arriba, necesito un salvavidas y no uno de esos que se inflan, sino uno que me muestre ese costado oscuro que conocí cuando todavía estaba de pie, en fotos de diarios y rodeado de gente que no conoce mi segundo nombre pero que si creía que conocía todo sobre mi vida y sin embargo no sabían nada.
Sólo les respondía con una sonrisa para no ser irrespetuoso o ingrato, mi poder se los debo a ellos, lo que no conocen es que cuando llegó a mi casa y encerrado en ese cuarto donde la luz es poca, el eco vuelve a retumbar en mi cabeza, es ahí donde grito, lloró y donde sé que nadie de todas las personas que me rodean conocen mi mal.