lunes, 24 de mayo de 2010

Una pregunta...

Hasta que momento de la vida la soledad se hace una compañía insoportable.
El acostumbrarse a vivir sin la compañía del amor, se torna por momentos un azar espontáneo de momentos inmejorables, pero hasta cuando.
Cuando uno crece hasta determinada edad, sin saber bien el número, uno debe mirar para atrás y recordar la compañía de las personas o de una persona, que acompaño en los buenos y en los malos momentos, que te apuntalan o que te abrazan y lloran con vos de alegría.
Mi pregunta es de modo cuasi filosófica, intento preguntarme si el hombre o la mujer pueden vivir en soledad, más allá de cualquier vínculo pasajero con personas que esporádicamente forman parte del vivir de cada uno.
¿Puede una persona vivir sin amor?
¿Se puede?
Encontrar un refugio donde esconderse, donde pasar momentos de felicidad es algo habitual y donde se encuentre paz, donde lo demás no importa donde lo externo es el contexto que el destino pinto para unir de manera definitiva a dos personas que una vez tomadas de la mano y que al mirarse a los ojos intentan decir, que a partir de ese momento, se flagela a la soledad y donde se siente que esta vez es para siempre.

sábado, 22 de mayo de 2010

Sueño despierto


Me dejé llevar. No había pensando encontrarme en ese lugar. No estaba en mí exigir nada.
Una noche me encontré ahí, apoyado sobre su pecho escuchando tus distinguidos latidos que parecieran la canción más hermosa del mundo jamás escrita.
Ni el exquisito poeta podría describir lo que sentí, al verte, al abrazarte, al permitirme pasar varios minutos ahí en ese lugar donde el resto del mundo se desintegra, donde quedamos a solas.
No existe reloj que me aparte de ese momento, no hay lugar mejor que este, no encuentro un lugar en mis recuerdos donde me encuentré en este estado.
Tengo la seguridad de estar viviendo un sueño tan real, que no quiero que termine, no quiero dejar que la creación onírica me transporte a otro lugar, este es el mío y no me quiero ir.
Tener la seguridad de no estar dormido, la tranquilidad de verte, de sentir tu voz, de sostener tus manos, de acariciar tus mejillas y besar tus labios, no se necesita dormir para poder soñar.
Te despedís con una sonrisa dejando el más delicioso de los perfumes conmigo, me dejas esperándote que pronto vuelvas, te fundís en la niebla y te alejas del alcance de mis brazos.
Recostado en la cama te busco sin éxito, abro los ojos con la sensación del vacío que dejaste, me corro hacía la izquierda, te dejo un espacio, cierro los ojos y otra vez te tengo conmigo y sé que de este sueño no te vas más.

martes, 18 de mayo de 2010

El atardecer se parece a tus ojos

Dejábamos atrás todo el bagaje de la historia que acarreábamos.
Los suspiros de ambos al dejar ese lugar, eran eternos, entre queja y emoción ahí afuera nos esperaba un nuevo cuento, una nueva aventura.
Dos individuos desconcertados, sus corazones mandaban, sus cabezas estaban en blanco. Esperando que en esas cabezas vacías se viertan nuevos contenidos, nuevas palabras.
El ruido de sus pasos retumbaban en sus mentes. Sus ojos llenos de brillos y de esperanza de encontrar algo que ambos estaban buscando.
Él es más grande, lleva varias hazañas en su haber, ella más joven con una mochila cargada de miedos pero sabiendo bien que quiere, conociendo su decenas de virtudes, aquellas que le forjaron su carácter, que le tatuaron su sonrisa. Su sonrisa es la perfección, es lo más lindo que él jamás había visto y lo que perdidamente lo había hechizado.
Despiertan en ese nuevo lugar, desnudos de prejuicios, llenos de vida, felices de haberse encontrado.
Una tarde como cualquier otra él se sentó a mirar el atardecer desde una roca en la colina, su rostro serio demostraba que algo no andaba bien. Ella tan intuitiva como siempre se acerco y le dijo, el tiempo atrás es cosa del pasado.
Él sonrío pero manteniendo su carácter esquivo, contestó, no es eso lo que me preocupa, no pienso en el tiempo pasado, entonces qué te acongoja, curioseo ella. El viento se llevo aquellos pensamientos que a él lo dominan, que lo pintan como misterioso y que encierran una incógnita, él la mira, ella tan dueña de sus ojos espera ansiosa escuchar su voz, poner fin a esa seriedad, me pregunto donde estuviste todo este tiempo, suelta él la frase al aire, acá contigo, dispara ella rápidamente buscando complacer a su ser querido, él no cambia su expresión, algo le preocupa y va otra vez, no es eso lo que me preocupa, eso lo sé, sé que estas y estuviste aquí conmigo, pero necesito saber donde estabas cuando más te necesite, donde estabas cuando no te busqué.
Así Eva sonrió, bajo de la colina dejándolo solo a él, que buscaba consuelo en el atardecer y pensando en el tiempo que dejo morir sin poder haberlo compartido con ella.

domingo, 16 de mayo de 2010

Nuestras almas se cruzaron por capricho



Escuchando esa canción de amor, sus ojos se inundaron.
De pronto comenzó a imaginar su vida de a dos, nunca más un plan a solas, nunca más una cena sin compañía.
Ella le había dado un vuelco a su vida, él ya no toleraba la distancia, no soportaba estar lejos de esa persona que le dio sentido a su vida.
Los compases sonaban de fondo mientras él imaginaba, se creía todo lo que su mente planeaba.
Ella esperaba por sus palabras entre sonrisas, él se muerde los labios para no estropear el silencio, ella pregunta… Ambos mirándose fijo a los ojos, escribiendo una nueva canción de amor, escribiendo para no olvidar, para no olvidarse, para marcar para siempre ese momento inolvidable en sus vidas.
Su tiempo paso a ser de ella, sus abrazos su mejor lugar, sus manos, su escudo protector, sus palabras el mejor consuelo.
Él pensaba que el destino se había encaprichado con ellos, que nunca podrían ver y sentir los que sus labios ahora nombran, el nunca, el para siempre, tan poco creíbles en sus historias pasadas.
Piensan sobre el final del tema, el silencio se hace oír, sus sonrisas son cada vez más grande y el brillo de sus ojos ilumina sus rostros, alumbran el momento más especial de todos cuando ellos sin decir una sola palabra, escuchan lo que les describe el corazón…

sábado, 8 de mayo de 2010

Sin miedo



Miedo a tomarme de la mano, a caminar conmigo.
Miedo a mirarme fijo, miedo a sentir.
Por qué involucrarte, por qué te da miedo sentir.
Reconoces que te pasan cosas, nos vemos y nos sonreímos.
Y otra vez, miedo a hablar, otra vez, miedo.

Buenas tardes señorita, ¿le importa si la acompaño?,
Disculpe el atrevimiento es que hace un tiempo la ví
Y ya no pude borrar su imagen de mi cabeza.
Es usted muy hermosa…

Hace unas pocas cuadras que la acompaño,
¿Le molesta si la tomo de la mano?
Tiene manos chiquitas y muy delicadas,
Como su sonrisa…

Sé que estamos llegando a su destino,
Me encanto caminar con usted,
¿Podría tomarla por la cintura, mirarla
a los ojos, observar su boca?
Sin temor a decirle que me he perdido en sus ojos.
Sin miedo a decirle que me he enamorado…

Sé que a partir del momento que la bese
mi vida cambiara para siempre y
su imagen y tal vez su persona
me acompañe para siempre…

Déjeme decirle que la quiero…
Antes de irme le pido que me diga su nombre,
Antes de despedirme, la beso…

Ahora depende de usted, ya sabe lo que siento…
Hasta la próxima…

sábado, 1 de mayo de 2010

Control sobre su vida


Aburrida de mirar por el balcón, viendo pasar los autos por debajo de sus pies, ingresa a la casa y lo mira a él, sentado sin decir una palabra frente a la luz que le brinda el televisor.
Ella ofuscada, pasa por delante de la imagen que a él lo paraliza, se dirige hacía el baño. Abre la ducha y sensualmente se desnuda frente al espejo, se mira, siento que merece algo mejor, no recuerda cuando fue la ultima vez que él le halago su cuerpo, sus ojos, su pelo, algo.
El agua entibia su cuerpo, frío de amor, sus manos recorren su linda figura, mientras juega con la espuma del shampoo.
Sale del baño aún sintiéndose sucia, no soporta la ausencia de un hombre, de su hombre. Frente al espejo recoge su pelo, se ve más hermosas que de costumbre.
Entra a la habitación super decidida, escoge el jean nuevo, zapatillas y remera, un saquito por la dudas que el frío la sorprenda. No tiene tanta ropa como imaginaba, no quiere cargar muchas cosas, la espera algo nuevo.
Dos bolsos, uno para cada mano y una mochila, suspira hondo, camina hacia la habitación que a él lo tiene prisionero, sus labios se abren para decir algo que no tenia planeado.
Él no la mira, ella no dice nada y se dirige hacia la puerta de salida, apoya los bolsos sobre el piso, esta decidida, abandona todo por algo nuevo, mejor o peor, pero algo nuevo, lo que ella necesita, seguir su corazón.
Lo mira por ultima vez, se despide con la mirada, al tomar los bolsos y dar media vuelta, escucha su voz.
Andrea, dice él muy seguro…
Si, responde ella, esperando que le diga algo, tal vez que no se vaya, que la quiere, algo.
El tiempo es eterno en esos segundo de silencio, ella espera con sus bolsos en la mano.
¿No viste el control remoto? Dice él sin mirarla, sin percibir la situación.
Ella se sonríe ingenuamente mientras que un dolor intenso recorre su pecho, la mueca en su cara es de asco, era lo que faltaba para confirmar su decisión.
Andrea cierra la puerta y empieza de nuevo, siente haber vivido equivocada, se va sin nada más que sus bolsos, su mochila, algunos ahorros y la esperanza de volver a llenar su vida de sueños, de revivir, de que alguien note lo que vale. A unas cuadras de su casa, siente como el desahogo es cada vez mayor.
Sus ojos miran el cielo, buscando tal vez el camino, su destino, llena de vigor abraza sus pertenencias, su vida ya no es la misma, siente que es mejor, siente que ahora si de una buena vez por todas no tiene que competir con nadie, se sonríe y piensa – cuando se de cuenta se va a querer matar-.
Mira el bolsillo y le sonríe picara al control remoto que se asoma desde el exterior de su mochila.
Ríe a carcajadas libre de toda culpa, toma el control remoto y lo arroja lo más lejos que sus fuerzas le dan, toma sus bolsos sin dejar de reír en ningún momento y se marcha.
¡Buen viaje!