martes, 18 de mayo de 2010

El atardecer se parece a tus ojos

Dejábamos atrás todo el bagaje de la historia que acarreábamos.
Los suspiros de ambos al dejar ese lugar, eran eternos, entre queja y emoción ahí afuera nos esperaba un nuevo cuento, una nueva aventura.
Dos individuos desconcertados, sus corazones mandaban, sus cabezas estaban en blanco. Esperando que en esas cabezas vacías se viertan nuevos contenidos, nuevas palabras.
El ruido de sus pasos retumbaban en sus mentes. Sus ojos llenos de brillos y de esperanza de encontrar algo que ambos estaban buscando.
Él es más grande, lleva varias hazañas en su haber, ella más joven con una mochila cargada de miedos pero sabiendo bien que quiere, conociendo su decenas de virtudes, aquellas que le forjaron su carácter, que le tatuaron su sonrisa. Su sonrisa es la perfección, es lo más lindo que él jamás había visto y lo que perdidamente lo había hechizado.
Despiertan en ese nuevo lugar, desnudos de prejuicios, llenos de vida, felices de haberse encontrado.
Una tarde como cualquier otra él se sentó a mirar el atardecer desde una roca en la colina, su rostro serio demostraba que algo no andaba bien. Ella tan intuitiva como siempre se acerco y le dijo, el tiempo atrás es cosa del pasado.
Él sonrío pero manteniendo su carácter esquivo, contestó, no es eso lo que me preocupa, no pienso en el tiempo pasado, entonces qué te acongoja, curioseo ella. El viento se llevo aquellos pensamientos que a él lo dominan, que lo pintan como misterioso y que encierran una incógnita, él la mira, ella tan dueña de sus ojos espera ansiosa escuchar su voz, poner fin a esa seriedad, me pregunto donde estuviste todo este tiempo, suelta él la frase al aire, acá contigo, dispara ella rápidamente buscando complacer a su ser querido, él no cambia su expresión, algo le preocupa y va otra vez, no es eso lo que me preocupa, eso lo sé, sé que estas y estuviste aquí conmigo, pero necesito saber donde estabas cuando más te necesite, donde estabas cuando no te busqué.
Así Eva sonrió, bajo de la colina dejándolo solo a él, que buscaba consuelo en el atardecer y pensando en el tiempo que dejo morir sin poder haberlo compartido con ella.