domingo, 3 de enero de 2010

Idealizar todo



Caminaba de un lado para otro, dejando que nada quede librado al azar. El listado de cosas que tenia en su cabeza estaba terminado, faltaban aquellos detalles pequeñísimos que rozan lo obsesivo.
La cena en el horno, las bebidas en su frío justo, la mesa cerca del balcón donde se puede apreciar la noche, nunca mejor predispuesta, nunca mejor pensada.
Vestido para la ocasión, nervioso por la espera, acomodaba las rosas que había dejado sobre la mesa y leía una y otra vez la tarjeta donde declaraba todo lo que le pasaba…
En el living solo había quedado la mesa redonda con una especial de improvisado mantel negro, y las dos sillas enfrentadas y las velas todavía sin prender.
La hora se acerca, sacaba su transpiración con un pañuelo y se planteaba si la idea del traje había sido correcta. Suena el timbre, el pasillo largo hasta el frente de la casa, los hacia verse allá a los lejos. El camino seguro hacia la puerta de entrada, antes de abrir la mira a los ojos y comienza a realizar un recorrido por todo el cuerpo de ella, hasta llegar a sus pies. Sin poder creer lo que esta por pasar abre la puerta con un gesto de caballerosidad. Ella se acerca, su perfume es único, es ella. Se saludan y sin hablar de los nervios, o de amor, caminan hacia adentro de la casa.
El antes de entrar, le pide que lo espere un segundo detrás de la puerta, él rápido ingresa baja las luces y enciende las velas y la música, todo junto. Mientras suena ese tema tan cursi, que a ella tanto le gusta, el camina hacia la puerta en busca de su mujer.
La invita a ingresar, ella no puede creer la casa, la mesa, el brillo de todo, se detiene un segundo a pensar, escucha su tema, da un medio giro y lo besa, como la primera vez, como la ultima, sus labios se necesitaban, sus manos se abrazan, su pelo se suelta, los cuerpos fundidos crean el clima ideal, la utopia del amor deja de serlo, ellos hacen que se vuelva una realidad, sin importar que pase afuera, aunque la lluvia de acuerdo al momento comienza a caer sobre el patio, se acercan al balcón, algunas gotas mojan sus manos unidas, sus ojos brillan tanto como la luz de las velas que de a poco se van consumiendo.
El tiempo en esa habitación se detuvo, las ropas por el suelo y una música romántica atrás de la otra para inmortalizar el momento donde el odio y el amor, hicieron el amor por primera vez.