martes, 5 de octubre de 2010

Parado desde un lugar extraño


Me miraba y me preguntaba como tantas veces, en qué lugar de la vida me encuentro, para donde me lleva el camino que alguna vez decidí tomar.
Miró a mi alrededor y me llama la atención la cantidad de desconocidos que caminan a mi lado, en la misma dirección, todos ellos vestidos de singular manera, con las mismas expresiones en sus rostros, como zombies.
El reloj marca la hora puntual donde la ruleta de la rutina comienza a girar, todo tan predecible, todo tan apático.
El viaje en tren, el aire que intenta despertarme, la música en mis oídos, mi mochila a cuesta, y la estupida corbata.
La caminata desganada, el mirar aquella misma escenografía que ya puedo detallar de memoria, las mismas personas, los mismos gestos, el mismo rumbo.
Mirando por la ventada del alto piso, miro pasar las horas para emprender el regreso, tipeo algún que otro email, y atiendo un par de veces el teléfono, todo al igual que ayer…
El aire de regreso pareciera más puro, menos estresante, las caras relajadas, casi sonrientes.
El camino de vuelta de todos esos desconocidos que buscan como desesperados ese transporte que los vuelva a la capsula donde vuelven a recobrar su energía, su casa.
Ese lugar donde aunque sea por algunas pocas horas fuera del traje y la corbata sienten que la ruleta ya no gira, que el tiempo ya no pasa, donde una simple sonrisa de una persona que espera detrás de la puerta, convierte al zombie aunque sea por un momento otra vez en persona.