martes, 10 de agosto de 2010

Evelio y Roberto



Les quiero contar una historia distinta a todas.
Es sobre dos personas que seguramente se habrán conocido, de paso, pero conocido al fin, antes de convertirse en ángeles y crear esta interminable historia de amor.
Estas dos personas en la tierra eran padres, con un objetivo en común, que sus únicos hijos sean felices.
Ellos por cosas de la vida tuvieron que retirarse antes de tiempo, dejando un tremendo vacío, en las almas y cuerpos dañados de sus seres queridos, esposas, hermanos, madres, hijo, hija.
Me los imagino a los dos cuando se cruzaron allá arriba, donde sus ojos hoy brillan como estrellas, Evelio saludando a todos como de costumbre, sonriente, caminando o en su bici, fiel a su estilo y a Roberto, con su barba, sus ojos claros, con su sonrisa de toda la cara y su camiseta de Racing, esa que se quiso llevar.
Me los imagino allá arriba juntos paseando, hablando de sus interminables trabajos, de sus aventuras frente a la vida llena de anécdotas de dos buenas personas.
Están dos personas planearon algo un día en secreto, sin que nadie, sobretodo sus hijos sospeche ni siquiera un poco de su ayuda.
Roberto eligió la fecha, Evelio la forma, juntos planearon ese encuentro que cambiaria la vida de sus hijos para siempre, que ahora si ellos podrán tener la tranquilidad de haber cumplido su objetivo, de que sus hijos acá abajo sean felices.
Corrían los calidos días de febrero, ellos ya se habían visto, un par de veces, él le había planteado lo que quería, para ella todavía era pronto.
Él se perdió en su ojos, ella se enamoro de voz, el la quiso ver reír, ella lo quería solo para ella. Sus charlas de noche se prolongaban cada vez más, sus ratos concebían el sentido a esas noches, él muy parecido a Evelio caminaba sin parar, sin dejar de saludar a nadie, ella parada siempre en ese lugar donde sus charlas duraban hasta el amanecer.
¿Queres que te cuente el final de una novela? ¿ Que pasara si te robara un beso?...
No dejabas de reír, yo no paraba de enamorarme de tu ojos, de ese abrazo que esa noche salí a buscar y lo único que me lleve de esa noche fue la dulzura y protección de ese abrazo y me fui feliz.
Como se deben de haber de divertido estos dos jóvenes ángeles allá arriba mientras nos miraban, conociendo el final de la historia, Roberto orgulloso de escuchar a su hija decir tantas veces que no, Evelio feliz esperando el si, que sabia que su hijo conseguiría.
Un día más especial que cualquiera y ninguno de los dos sabia por qué, decidieron darse un lugar, solo para ellos, él se acercaba peligrosamente a su boca, ella retrocedía mientras reía. Hermosa noche, ellos solos caminaron hacia el lugar que los cuatro, dos arriba y dos abajo estaban esperando.
Llegamos, nos miramos, te dije cuanto me gustabas, me dijiste que te pasaba algo, que llegue en el momento justo y ahí estamos como protagonistas de esta interminable historia de amor, nuestro primer beso, el enorme abrazo y allá arriba aquellos dos dándose la mano, riendo y recorriendo nuestro mismo camino, cuidándonos y satisfechos de que lograron que acá abajo sus hijos podamos juntos ser felices.