viernes, 23 de abril de 2010

Sensaciones encontradas


No tengo ningún recuerdo fuera de este bosque, lo he caminado todo y para atrás siempre es un recuerdo para adelante, se va modificando depende de mi elección.
Muchas veces grandes cambios golpearon mi bosque, lo oscurecieron, me sentí solo tantas veces que de a poco me acostumbre a que la soledad sea mi mejor compañera.
Camino desde siempre con mi viejo morral, donde guardo aquellas sensaciones que encuentro en mi bosque.
Algunos golpes convirtieron esas mágicas sensaciones en piedra, que cada vez hacen más pesado el viaje, me vencen los brazos, pero igual sigo por el bosque.
Esas piedras de a poco me hicieron ver las cosas de otra manera, sentir de otra manera, hasta menos tal vez.
La sensación del dolor es una de las piedras más pesadas, la que acorazo mi corazón y no lo vi llorar más por un largo tiempo.
La bolsa esta cargada se sensaciones y algunas ya se convirtieron en piedra y su mayoría no fue por mi elección, la encontré un día y todavía de muchas no pude desprenderme.
Soy un duende que camina acompañado de la soledad, de los ruidos del bosque, de los hermosos recuerdos de su familia cuando aun no tenía la independencia de salir a caminar solo, a hacer mi bosque…
También en mi bolsa llevo la sensación de libertad, aún intacta, con la que escribo mis sueños, con la que imagino durante la noche encontrar sensaciones que cambien otra vez mi forma de ver el mundo, de poder compartir, de caminar y en vez de dejar solo la huella de mis dos grandes pies, que en la huella se dibujen cuatro.
Desde muy chico llevo mi bolsa, que de hecho es bastante grande, no recuerdo bien quien la dejo colgada sobre mi hombro, pero siempre pienso en su tamaño, es un gran morral y creo que quien lo dejo ahí, tan grande, estaba convencido de que yo podría llenarlo, con las sensaciones que vaya encontrando en mi bosque.
Cuando me siento a descansar, me gusta contar las piedras, e intento pensar en que momento esas sensaciones dejaron de ser, para convertirse en tan pesada carga y hacer más lento mi paseo por mi bosque.
Hace tiempo que busco la misma, recorrí ya muchos atardeceres y el sol en su amanecer me encontraba todavía buscando, miles de días sin dormir, miles de días soñando despierto encontrar esa sensación que logre verter una lagrima por mi rostro, que dibuje una sonrisa en mis amarillos dientes, que ejecute el sonido más amable de todos, la palabra, que pueda oír y en ese momento cuando el bosque se calle para dejarme escuchar, aferrado a esa sensación, en mi bosque, encantando moriré de amor…