sábado, 15 de diciembre de 2007

El aviso


Se despertó entre pesadillas y gritos, shoqueado se despertó y camino hacia la cocina por un vaso de agua. La mañana se asomaba por detrás de los edificios, esa mañana tenia otro color. Después de una agitada noche, entre gritos y llanto había conseguido dormirse, solo recordaba un mal sueño que lo había hecho sudar y despertarse mas temprano que lo habitual. Con la toalla en la cintura y con un caminar desanimado se dirige hacia el baño, abre la ducha se quita la toalla, se mira en el espejo y nota sus ojos hinchados y rojos, una mala noche piensa mientras se mete debajo de la ducha.
Convencido de que nada es tan terrible, baja en el ascensor, saluda al portero y se dirige hacia la vida.
Esa mañana camino mas de lo habitual, sentía que no sabia muy bien donde tenia que ir, pero eso que tenia que hacer era muy importante. En un instante recuerda que el día anterior había agendado todas las tareas para ese día que no había comenzado del todo bien.
Con los papeles en la mano realiza un par de tramites y llegando el mediodía se sienta en un banco en el botánico a comer su almuerzo.
Mira la gente como pasa caminando rápido frente a sus ojos, se chocan, se empujan no se disculpan y continúan, los autos con sus bocinas inundan el ambiente, lo hacen tedioso, insoportable... de repente mira como desde la esquina una mujer de similar edad a la suya, con un caminar muy seguro y muy despreocupada en su aspecto pero hermosa, se dirige hacia donde él esta sentado. La mujer se disculpa y se sienta a su lado con un fino pañuelo se seca la cara, lo mira y le pregunta _ ¿Te sentís bien?. _ Si- contesta casi con un murmuro, con la mirada en el piso, creyendo reconocer esa persona que tenia a su lado, miles de caras comienzan a pasar por su cabeza intenta sincronizarla con la mujer que tiene al lado, sin ningún resultado.
La mujer se levanta y comienza a caminar, al pasar delante suyo el olor inmediatamente le trae la imagen que estaba buscando, era ella.
Rápidamente se incorpora y alcanza a ver entre la gente hacia donde se dirige esa mujer, al intentar caminar choca con una o dos personas, esta nervioso, la quiere seguir y para hablar con ella.
Su respiración se agita al igual que su pulso, el estomago cosquillea de manera ya molesta, casi dolorosa, continua persiguiendo ese perfume, ese pelo lacio, ese vestido, esa mujer.
Sus años de soledad lo habían castigado bastante, la soledad no era una elección para él, él la estaba esperando y en esa mala noche y ese turbio comienzo del día, la vio y creyó amarla, conocerla desde siempre, el siempre la había esperado, y en ese segundo de vergüenza ella emprendió su camino hacia no se sabe donde dejándolo solo, otra vez, sin chances de poder decirle, que era ella a quien él esperaba, solo a ella y que tenia para contarle su vida, sus frustraciones, sus éxitos, su suerte y su desgracia, pero ella no le dio tiempo, el no tuvo valor de reconocer a su lado a la mujer a la que tanto había esperado. Frena en una esquina, debajo de las vías del tren, el ruido del tren lo ensordece, pide tres deseos, los mismos tres deseos de siempre, se despierta agitado, otra vez, sudoroso, pero esta vez sabe que esta vez, esta vez si, ella, el amor, y sus sueños otra vez no se le iban a escapar.