martes, 16 de diciembre de 2008

Predecir


Como un adivino, busco aquellas respuestas que me llenan de angustia. Se me anuda la garganta y no puedo parar este dolor. Me agota oír y pelear contra aquellas cosas que siento que me devastan las piernas, las aflojan y las golpean.
Derrumbado, mirando el techo, esperando escuchar, que las cosas van a ir bien, mejores que hoy.
Escribo por la necesidad de que leas. Siento que no escuchas. Siento que te pierdo.
La cara tensa, parapléjica de risas, espera seriamente poder mirar esos ojos llenos de brillo y ver ese rostro, divino del que me enamore. Ese brillo distinto a todos, las muecas de tus dulces gestos, sonriendo al verme, llegar, hablar, irme, morir.
Morir en tus brazos esos segundos de anestesia, dejando de mirar para ver con tus ojos.
Comprometerme a sentirme seguro, a poder con esto, como pude con todo.
Sonreír para afuera, sin miedo al ridículo, como que conociste, como te guste.
Sin la soga atada al cuello, necesito tu abrazo y solo un beso, de los que te gustan a vos, alejarte despacio con mis brazos, mirarte y sentir todo eso que sabes, todo lo que te digo. Necesito que me creas y confíes en esto, ayúdame a no enojarme, ayúdame a estar bien. Te necesito… estoy triste y enojado. Necesito tus brazos, exageradamente tus palabras y la tranquilidad de saber que sos vos, quien hoy se queda con mi maltratado cuerpo y despiadada alma.