jueves, 19 de junio de 2008

Un juego, dos dados, dos vidas, un destino

Si sacas doble seis soy tuya. Frente al paño verde agito los dados dentro del vaso y los arrojo con toda mi fuerza, haciendo que golpeen contra el filo de la mesa. Los dados ruedan hacia ella, los mira despectivamente, desinteresada, como si no importara lo que los dados digan.
Su cuerpo vestido a cuadros se desdibujada en la sombra del paño, las luces me engañan y la alejan de mi posición. Sin levantar el rostro del piso, intento de todas maneras no mirarla a los ojos.
En este juego comienza el final de muchas cosas, una sensación de ansiedad y complacencia me inunda, deseo mirarla, deseo tenerla… Este juego se vuelvo peligroso pienso, sosteniendo firmemente la mirada en mis negros zapatos, puedo perder mucho, otra vez.
La debilidad de tenerla frente a mi me deja sin palabras, sin enredos en mi lengua para intentar llenarla de lindas palabras que terminen de convencer y lograr lo que quiero. Con miedo a equivocar las frases, por miedo a aburrir, por simple miedo, miles de pensamientos se transforman en silencio, enmudezco, solo pregunto, ¿Te aburro?
Maldita inseguridad de sentirla cerca, bendita debilidad que me haces sentir tan tímido, tan avergonzado, de decir, de hacer, de ser.
Los dados dejaron de girar, noto como se mueve y levanto la vista, está viendo el resultado de los dados, los toma, los mete en el vaso que esta en mi mano y dice – Un seis y un dos…
No se que decir, la miro fijamente, mis movimientos son lentos y algo torpes. Se que te vas a ir, se que no va a funcionar, yo no quiero ganar, solo quiero tenerla, poder sentirla, un beso, una lagrima, una sonrisa…
Su espalda se aleja y no puedo dejar de mirarla, en mi cabeza imagino, imagino ir a buscarla, tomarla por la espalda, darle la mano y besarla, queda solo en mi cabeza. Estoy paralizado con los dados listos para ser jugados de nuevo.
Se aleja, de reojo mira la mesa, con un sutil movimiento me mira a los ojos y se despide, parado como durante toda la noche frente a esa mesa, agito la mano, los dados truenan dentro del vaso, los arrojo, uno de ellos pica en la mesa y cae al suelo, el otro gira hasta llegar al final de la mesa… doble seis, en el suelo y en la mesa… ¿Jugada valida?...¿Es tarde?...¿Trampa? No me interesa ganar o perder, salgo del lugar desesperado buscandola, buscando sus manos, sus labios. En el frio de la noche su imagen allá a lo lejos se desvanece. Corro y grito – doble seis!!!, Te das vuelta como asustada, me miras, corres hacia mi, me tomas de las manos, me acomodas el pelo, me acaricias el rostro, me besas en la mejilla y volves a marchar.
Impávido, sobre el suelo, noto como se aleja, que feo beso en la mejilla, que feo sentir todo esto, que feo no tenerla, solo el tiempo podrá volver hacerme creer. Creer que otra vez, una vez más, tire los dados con los ojos clavados en los de ella, con seguridad, y antes que los dados dejen de rodar, la estaré besando.