jueves, 7 de junio de 2007

Niebla


Corto el teléfono, trago el nudo en mi garganta y espero a que llegue el ultimo tren de la noche, con los ojos cansado y ya casi sin aliento, emprendo el tedioso y a la vez gratificante regreso a casa. Noto como el paisaje va cambiando, no es el mismo de todos los días, veo cosas bastantes difusas y no consigo ubicarme. Miro mi reloj y marca la hora exacta, esa que siempre esperamos y cuando llega no conocemos el motivo que nos causa la impaciencia, tal vez no haya causa sino que solo nos gusta el hecho de tener que esperar algo que jamás vendrá.
El tren frena la oscuridad y la niebla no permiten ver nada, apenas veo mis manos cuando las estiro. Miro hacia atrás y noto como cada persona del lugar toma su rumbo, quiero caminar pero no se hacia donde, espero notar algo que me familiarice con el lugar, pero es la visión es imposible.
De pronto noto como dos suaves manos me toman de las caderas, sin pensarlo giro, sabiendo que eras vos y te beso, noto tus labios fríos, delgados, castigados por el crudo frió y te abrazo, tus manos seguían sujetando mi cadera pero cada vez con menos intensidad, entonces me despego de tu cuerpo para verte y ya no estas. Paralizado tal vez por el miedo comienza a caer por mi rostro un frió sudor, miro a mi alrededor y me encuentro perdido, solo, entre tinieblas. Ese beso y esas manos se habían extinguido y se habían llevado parte de mi.
Despacio muy despacio camino hacia donde mi intuición me guía, sin miedo a perder mas, voy en busca de esa boca y esas manos, a recuperar aquello que sentía me había robado. Camine, creo que durante horas, mi reloj seguía marcando la hora exacta, aquella misma que vi cuando empezó todo, las tinieblas se disipan y logro ver una luz muy similar a la del sol cuando amanece.
Camino hacia ese lugar y alcanzo a notar la espalda de un grupo de personas caminando hacia el mismo lugar, cuando me acerco a ellos veo que delante hay cientos, de miles de personas, caminando ahora como yo hacia esa luz cada vez mas enceguecedora. De repente el reflejo me lastima mis ojos y los cierro, cuando intento ver, otra vez estoy solo, ahora recostado, con esas manos sostenido las mías, a esa misma hora, confiado vuelvo a cerrar los ojos, una vez mas tal vez la ultima intento abrirlos, pero esta vez ya no puedo...