lunes, 24 de junio de 2013

El hombre del sombrero...


El soñaba con desplegar sus ideas al mundo. Pensaba y se ilusionaba con todo lo imaginaba poder hacer. Programaba su vida a raíz de sus ideas, se divertía hasta sacando cuentas de sus gastos y de aquellas ganancias que le daría cada uno de sus proyectos.
A pesar de que quería desplegar sus ideas, David siempre utilizaba sombrero.
Sus ideas de truncaban, se anulaban ya que nunca ninguna pudo ser llevada a cabo. No era que eran muy locas o muy vagas. Para el eran ideas serias, bien diagramadas que poniéndolas en funcionamiento, le cambiaria la vida a muchos, incluyendo a David.
Día tras día, hora tras hora, se sentaba a ver el amanecer y comenzaba su rutina, idear, proyectar y afianzar esas genialidades que junto con las noche se acostaban debajo de su sombrero para no despertar y dar lugar a nuevos proyectos, otras ideas.
Y así pasaron los años y años, hasta que un día de tanto pensar dio fruto una de sus más simples y estupendas ideas.
Se despertó, sintió una claridad única, fue un momento en su vida irrepetible.
Apoyo su sombrero en el suelo, tomo un tarro de pintura y expuso su idea sobre un muro.

Al terminar su obra maestra, justo antes de anochecer, David se sintió realizado, unos de sus sueños se había hecho realidad y con esto la vida de muchos cambiaria.
Observó, exhausto, se recostó debajo de la formula secreta de su idea y durmió.